Las cigarras cantaban mientras el joven capitán del segundo escudrón entonaba una simple melodía con su ocarina.
- Nee... ¿Cómo puede hacer tanto calor en este sitio?
Se encontraba solo en el pequeño patio interno del edificio del escuadrón.
- Nee... No hay nada que hacer por aquí. Me gustaba más como iba todo antes, según cuentan los documentos... peleas, guerras, infiltraciones, ataques sorpresa o por lo menos ejecuciones... ya no hay nada de eso. La sociedad de almas es aburrida...
- ¡Y porque no te das un paseo por el mundo humano y dejas los sermones, me estas dando dolor de cabeza!
- ¡Buena idea Tsuki!
El capitán se levantó de un salto, guardó la ocarina en su funda en su conturón. Fue a su despacho y redactó un par de documentos. Uno lo pegó en su puerta: 'He salido', el otro era algo mñas formal, era por si le pedían explicaciones sobre su partida repentina al mundo real. Tras escribirlo lo leyó un par de veces y lo guardó entre los pliegues de su ropa.
- Al fin y al cabo siempre hay problemas en Karakura.
Tras decir esto abrió una puerta hacia el mundo real y entró en ella.