Notas al vacío

-"¿Cuánto tiempo habrá pasado ya desde que perdí mi voluntad y mi afán de guerrero y comencé a preocuparme por algo mucho más importante?...

¿Cuánto tiempo pasó de que aquella mirada carmesí que tanto amaba e idolatraba se desvaneciese en el aire como una estrella fugaz...y me dejara en la fría soledad?...

¿Cuánto ha transcurrido que aún lo siento como si estuviese pasando ahora mismo?...

Mis labores como el comandante de esta gran sociedad están mantenidos al margen...mi imagen, la cual hubo sido pisoteada y criticada por todo y todos se recobró en solo 10 días después de que aquello ocurriera...y sin embargo eso no me importa en absoluto.

Lo único que ahora quiero saber es el por qué...te fuiste sin decirme nada...han pasado ya 30 años y me lo sigo preguntando...no he dejado de amarte ni un solo momento..."-el hombre hace una pausa de su pluma, para intentar recopilar sus ideas en su mente. Se cruza de brazos, siendo estos aguantados por la resistente madera que formaba su mesa de oficina. Por su algo pálido rostro, en la comisura de sus labios, paseaba con la mano la punta de la pluma, mientras sus ojos ambarinos se clavaban directo al papiro que a pocos centímetros suyos se conseguía. Una vez que su mente vuelve a reunir lo más apto para escribir, retoma lo que hacía.

-"...me siento impotente por no haber podido siquiera verte ir... de no haberte dicho un hasta luego, ya que algo en el interior de mi alma me dice que tu y yo nos volveremos a ver...aunque la espera es de lo más insoportable...no sabes como intento ahogar mis penas en el alcohol...para no lograr nada, el sake que tanto se que te gusta no causa nada en mi, en vez de quemarme siento un frío bajando por mi garganta...y aunque no soporte ya lo que bebo lo sigo haciendo...para tener ese latente recuerdo de ti lo más cerca posible..."-el autor hace una vez más una pausa mientras suspira. Pasa por su frente su izquierda, la cual sigue de largo, acariciando aquellas largas hebras de cabello azabache, las cuales se hacen hacia donde su mano pasaba. Una vez esta termina de pasar por la parte superior de su cabeza, vuelve a donde se conseguía, y con su derecha retoma lo que comenzó.

-"Es momento de que termine esta carta...espero que algún día puedas recibirla...al igual que las otras cientas que con recelo escondo...recuerda siempre que te amo...

Atentamente:
Su fiel amante en las sombras..."-Una vez había firmado aquel mensaje con ese pseudónimo que usaba solamente en ese tipo de cartas, vuelve a poner la pluma en el tintero, así como enrrollar el papiro y guardarlo entre las negras indumentarias que por regla debía de usar. Habiendo tomado un tiempo más para pensar, prosigue así por revisar el papeleo que le había tocado ese día, y proseguir con su trabajo.

Las portazas corredizas del solitario despacho del sujeto que hace poco se lamentaba en una carta de repente son abiertas bruscamente, y una sombra se aparece en frente del escritorio, haciéndose notar rápidamente ante la vista del ocupado hombre. Ante la presencia del shinigami, un sujeto con ropas rojas y negras, y con la cara cubierta por lo que parecía ser una capucha y a sus espaldas un pergamino enrrollado de gran embergadura se podría visualizar. Este, postrado y con la mirada en el suelo, permaneció un solo segundo en completo silencio...pero luego objetó.

-Ryuukaze-taicho, mensaje urgente desde el mundo humano. Mect-taicho solicita permiso para liberar el limitador-Con una voz clara y fuerte pronuncia cada palabra de sus labios, y aún sin mirar hacia su superior, dejaba en la mesa en la que se conseguía un documento. El de negros cabellos solo suspirño profundamente mientras le hechaba una mirada al mensajero que acababa de entrar.

-...¿Y cuándo se le dió autorización u orden al capitán Mistia de poder salir hacia el mundo humano?....-cierra sus ojos levemente, para luego suspirar una vez más, y que sus párpados volviesen a mostrar aquellas orbes ambarinas-...proceda a infromarle que se le ha concedido aquel permiso.

-Si señor-dice el sujeto antes de desvanecerse en un paso instantáneo, cerrando las puertas que tras de si habían. La mirada de aquel hombre no se veía nada feliz. Tomó aquello que en su mesa habían dejado, y se dignó a leerlo. Sus pupilas se movían luego de cada línea captada, y no le tomó mucho tiempo el terminar de leer, momento en el que deja tendido el papel en la mesa una vez más.

-Al parecer la ley ya no es tan temida como en un pasado...-suspira levemente una vez más, cerrando los ojos para acompañar el suspiro-...igualmente....ellos sabrán el por qué hacen las cosas...solo espero no tener que buscar reemplazos para apitanes tan rápido-menciona para si mismo, continuando una vez más con su labor en los papeles.

Minutos después se escucharon unos pasos fuera, sonando la duela del pasillo exterior, eran pasos lijeros y nada apresurados.Luego se dejaron de oir y se abrieron las puertas de manera tranquila. En medio se encontraba una mujer con un haori blanco y debajo un kimono de color morado oscuro (a simple vista no se nota) y con una cintilla roja que sujetaba tambien al Haori.La mujer avanzó tranquilamente hasta el centro de la sala con los ojos cerrados. Al llegar al centro de ésta se arrodilló.

-Capitán comandante, me reporto después de atreverme a ir al mundo real sin su autorización. Tenía la intención de brindarle mi ayuda al capitán Mistia, pero me dí cuenta que ésta no era necesaria, asi que decidí volver para reportarme personalmente. Si desea castigarme, con gusto aceptaré el castigo, pues estoy conciente de mi error.

Dijo Yan Lin con la cabeza baja esperando respuesta de aquel respetable individuo.

Otra vez más las portazas se abren, tomando así la atención de los ojos del llamado comandante del gotei. Sorprendido un poco de que fuese una de los capitanes quien le visitaba en ese momento, decidió dejar los papeles a un lado para así tomar la atención de este, y escucharle de manera pasiva, cruzando sus manos y apoyándolas sobre la superficie de la mesa. Claro que la serenidad con la que se había dispuesto a escuchar se comenzó a convertir en un disgusto mientras la no tan joven capitana le relataba lo que quería decirle.

-...Sabe que este tipo de cosas no salen impunes, capitana Hitsugaya, aunque ahora mismo el capitán de la división de castigos no se encuentra. Ya pensaré en como les sansionaré a ambos por desobedecer las reglas después de que el capitán Mect regrese del mundo humano, mientras puede regresar a su división...puede retirarse-la voz de aquel que le miraba desde aquella silla sonaba calmada pero a la vez estricta, una mezcla que había intentado conseguir con el tiempo que llevaba ostentando aquel puesto, mas aún así no le gustaba tener que hacer ese tipo de cosas, pero las normas eran las normas, y ya estaba bajo juramento de hacerlas cumplir.

Yan Lin escuchó con atención las palabras de su superior y apoyó las palmas de sus manos en la duela y bajó la cabeza hasta quedar unos cuantos centímetros alejada de la duela.

-como ordene.- luego se levantó - con su permiso

Dió media vuelta y comenzó a caminar hacia las enormes puertas, las cuales abrió con mucha calma. Sabía su error y si debía recibir un castigo, con gusto lo haría.Después de atravesar al otro lado cerró las puertas para retirarse.

Las puertas del despacho se acababan de cerrar cuando se abrió en el aire una puerta japonesa. Eras las que usaban los shinigamis para transportarse entre mundos. El comandante general no tuvo tiempo siquiera para levantarse para verla, ya que apareció encima suya.

Un instante después se abrió la puerta y cayó un cuerpo de ella. Un instante después una llamarada salió de la puerta hasta que cerró sola.

-Salvado por los pelos.- el chico se puso las gafas que se le habían caido mientras se erguía.-¿Hum? ¿Donde he aterrizado? Está blandito.

-¿Te me quieres quitar de encima, pedazo de mamón?

-¿Eh?-Miró hacia abajo.-¡Ostras!-Se apartó de un salto.- ¡Perdón! ¡Perdón!

Por casualidades del destino, había acertado a aterrizar justo encima de su jefe.

-¿Estás bién?

-Sobreviviré. ¿Que ha pasado para que vengas aquí?

-Se presenta Shitotsu Akio, Capitán de la Ocho.-La forma correcta de presentarse, antes de nada.- Misión cumplida.

((of. Muchacho o.o sé que no soy moderadora ni nada pero... hasta donde sé no puedes controlar a otros personajes ._. ome equivoco?))

[OT: realmente la manipulacion de un personaje ageno al que se tiene esta prohibida, a menos que ambos rolers se hallan puesto de acuerdo en hacer un post por llamarlo asi ''conjunto''; seria bueno que se especificara del resto no hay ningun problema n.n gracias srta Kaara de todas formas.]

(OFF: Eh, que viene conmigo, tranquilos, él tiene mi permiso de controlar mi personaje cuando necesite hacerlo, así que no deben de preocuparse por nada.)

Una vez el capitán se hubiera quitado de encima suyo, el de cabellos azabaches se levanta con rapidez, comenzando a sacudir con ambas manos su kimono, así como su bata de comandante.

-Bien hecho...-pronuncia para después parar con sus manos, dejándolas caer a los lados de su cuerpo-...la misión, claro está-especifica-Necesitaba a alguien que conociera bien los últimos distritos del rukongai a la perfección, y menos mal no tuve dudas al enviarte, Akio...después de todo eres de los pocos que saben lo que es sobrevivir en un lugar como ese-dice para finalmente volverse a sentar, cerrando sus ojos con suavidad, y abriéndolos luego de unos segundos pasados-quiero un informe lo más detallado posible de cómo te fué, por escrito, así que mientras puedes regresar a tu división-una vez terminado de hablar le observa con serenidad, esperando su retirada.

Akio estaba hecho un cristo. Cortes por todo el cuerpo, golpes, un par de quemaduras... Pero su expresión indicaba que quienquiera que le hubiese hecho eso había acabado peor que el. Dejó un objeto pequeño envuelto encima de la mesa y se dirigió hacia la puerta.

-Te haré el informe cuando tenga un momento... aunque sabes que odio el papeleo.

Abrió la puerta del despacho y salió renqueante.

Otra vez más las puertas se volvían a abrir repentinamente. Otro mensajero más, este vestido con ropas azules y con dos pergaminos en la espalda entraba agitado y se agachaba frente al escritorio como lo había hecho antes su compañero.

-Ryuukaze-taicho, mensaje de emergencia del mundo humano!-gritaba el sujeto...para que un mensajero se refiriera a un superior así es que algo terrible debía de estar pasando. El hombre una vez más vuelve a levantarse, golpeando con ambas palmas la mesa, y haciendo que esta se estremesca por el golpe; estaba algo cansado ya de tantas interrupciones en aquel solo día, y aquello último que realizó lo denotaba.

-Que sea rápido-dijo el hombre en un tono algo más alto del usualmente usado.

-¡Informes de la doceava división indican la presencia de un arrancar de clase Vastolord haciendo estragos en el bosque de Karakura, Japón!-dice con velocidad frente a la cara pesadumbrada del comandante, quien no le gustaba la noticia.

-Informe inmediatamente a la capitana de la onceava división sobre ese hecho, tiene autorización de liberar el limitador si lo ve necesario.

-Si señor!!!!-grita este antes de esfumarse con un shunpo. Una vez más el comandante se conseguía solo en su cubículo, mira hacia la mesa para darse cuenta que sin quererlo había dejado dos marcas algo profundas de sus plamas, a lo que suspira.

-Creo que mejor dejo el trabajo para otro momento...tal parece que hoy será un día activo...-dice tomando aquellas dos grandes espadas enfundadas que se conseguían a ambos lados de su silla, y comienza a moverse hacia afuera del cubículo, cerrando las puertas tras de él.

Se abrió la puerta lentamente, y Akio asomó la cabeza.

-¿Te apetece tomarte algo, jefe? Esque no hay nada que hacer.

El Capitán de la 8 se quedó esperando la respuesta de Ryuukaze.

Observó a uno de los capitanes del Gotei antes de salir, por lo que se detuvo justo delante de las dos puertas cerradas. Escuchó atento su propuesta, y luego de cerrar los ojos momentáneamente para considerarla, los volvió a abrir mientras suspiraba levemente.

-Me parece bien...después de todo el hacer tanto papeleo no puede ser bueno...te sigo-pronuncia mientras le hecha una mirada a la vez que sonríe, esperando así el dirigirse a algún lugar que le distrajera de sus propios pensamientos.

Los dos capitanes abandonaron el despacho, ambos deseando relajarse. Aunque era divertido ver a lo shinigamis rasos fingir que estaban haciendo todas sus tareas muy aplicados cuando le veían acercarse. Porque el días, con el sol que hacía y la temperatura, era demasiado agradable como para trabajar muy en serio. Pero los shinigamis tenían que trabajar, mientras que los Capitanes y Comandantes podían hacer el vago. Privilegios del cargo.

Ambos se subieron a un tejado, para ver el atardecer, mientras que Akio le daba a Ryuukaze una botella de Sake y el se cogía una de fanta (que pasa, ¿que porque se sea el capitan de la división de los borrachines no se puede ser abstemio?).

-Y... ¿Que tal te va, Ryu? ¿Sigues sin poder arreglar tu problema?

Aquellas palabras solo pudieron pasar mal el trago de sake que hasta hace muy pocos momentos se había acabado de engullir. Se quedó por un momento mirando hacia las tejas sin decir nada, con una cara que llegaba a la melancolía. Cerró los ojos a la vez que volvía a llenar su muy pequeño platillo de aquel licor, y volviendo a tomar otro trago retoma la voz.

-...igual que siempre...y ya dudando que pueda cambiarse...

Akio asintió mientras bebía su refresco. Era de esperar. Pero lo raro era ver a su amigo tan hundido.

-Deja que el Universo enrede. Si ella es para tí, ten por seguro que acabaréis juntos. Después de todo... ¿Que son unos cuantos años para cualquiera de nosotros?-El Capitán de la 8 sonrió con un poco de desprecio hacia sí mismo.- Aunque no se quien soy yo para darte estos consejos. Aún no he sido capaz de declararme a la mujer que quiero....- Echó otro trago de su refresco.- Parece mentira. Cada uno de nosotros somos capaces de vencer a un ejército y disponemos de una fuerza capaz de cambiar un mundo. Pero todo eso no sirve de nada en estos asuntos. Irónico ¿no crees?-Se quedó callado un segundo.- Jodo, si que estoy metido en el tema que hasta me he puesto a filosofar. Como se entere Rido seguro que se ríe de mi.

Papeleos, papeleos y más papeleos... Si había algo que me sobrepasara de mi trabajo de Capitán era el dichoso papeleo. Todo tenía que pasar ochenta veces por manos de burócratas que no eran conscientes de las urgencias que suponía la vida en la División. ¡Si a veces parecía que había que rellenar cuatro formularios para que renovaran el papel del cuarto de baño!

Precisamente por causa de aquellos malditos trámites me encontraba de camino a la Primera División, donde se centralizaba la administración de todo el Sereitei. Debía entregar los informes rutinarios de estado de la División y de unas misiones que habían concluido algunos de mis oficiales.

- Lo siento, Capitán - dijo una vocecilla a mis espaldas. - Aquí no se puede fumar...

Miré fríamente al shinigami que me había avisado de mi pequeño delito sin importancia. ¿Prohibido fumar? Otra cosa que no soportaba de la administración, que no me dejaban fumar. Al menos en mi Cuartel podía saltarme esa estúpida regla.

- Perdón - dije, apagando mi colilla en el suelo mientras el chaval veía asustado como ensuciaba el impoluto suelo del Cuartel General con expresión burlona. - Oops... ¿Lo siento?

Proseguí mi camino hacia una de las múltiples ventanillas de aquellos chupatintas con uniforme de soldados y deposité las carpetas sobre su mostrador, apoyándome luego con la espalda sobre él y encendiendo un nuevo cigarro.

- Ceniceros por aquí no tenéis, ¿verdad?

- Capitán Akano... aquí no...

- Es una lástima - chasqueé la lengua. - No me gusta ensuciar el suelo... ¿Tu jefe está en el despacho?

- Está reunido con...

No presté atención al nombre de la persona que se encontraba con el General Ryuukaze porque ya me había aventurado por los pasillos de la Primera División, camino del despacho del máximo mandatario del Gotei 13. Por el camino, algún otro miembro del Escuadrón trató de llamarme la atención por estar fumando, pero hice caso omiso... Tampoco era para tanto, ¿no?

- General -canturreé mientras abría la puerta.

Sin embargo no había nadie allí. Agucé el oído y escuché unas voces que procedían del tejado. Maldiciendo aquella manía que tenía la gente de imitar a los gatos, asomé la cabeza a la ventana discretamente y descubrí allí a Akio, filosofando con el General.

- Como se entere Rido seguro que se ríe de mí - estaba diciendo el Capitán de la Octava División.

- No me hace falta mucho para reírme de ti - le dije mientras me unía a ellos y le arrebataba la botellita que tenían con ellos de la mano, llevándome la la nariz. - ¡Sake! ¿No os he dicho nunca que esto es veneno?

-Vaya hombre. ¿Tienes un radar que te avise de cuando alguien te nombra, chaval?- Asi que Rido había decidido aparecerse.- Cuatro horas desde que he llegado y ya has venido a darme la brasa. Debe de ser un record.-Levantó su botella y se echó un trago mientras miraba mas atentamente a Rido. Había algo que le escamaba...

-Por cierto... ¿Y esa capa? ¿Es que se la has escaqueado al viejo o que?

Parecía que Akio, quien para mí era prácticamente mi única familia junto con mi "tío" y antecesor en la Capitanía de la Novena División, Uchiha Kyo, aún no había tenido tiempo de ponerse al día con las últimas noticias, que habían ocurrido mientras él se encontraba cumpliendo una misión en Hueco Mundo.

- Te lo dije, el sake es veneno - repliqué. - ¿Ni siquiera te has enterado de lo que le pasa a tus amigos? Kyo ha decidido jubilarse. Debe ser que ser tan poderoso le aburre... o algo por el estilo. Así que aquí tu amigo - señalé hacia el general - ha tenido a bien pasarme el marrón a mí. Creo que voy a cambiar la capa por algo más anticuado...

-Es lo que tiene que te manden a patrullar al polo en camiseta. Uno no se entera de los cotilleos.- No quería ser muy especificativo con su misión, aunque algo le había comentado en su momento a Rido. Desde luego, tener que ir a Hueco Mundo sin cobertura, aunque fuera un capitán, era, lo mirase por donde lo mirase, un poco suicida.

-Asi que te han ascendido...- Una sonrisa amable cruzó la cara del Capitán de la 8.- Me alegro mucho. Y siento habérme perdido tu nombramiento...

De pronto, Akio sintió una presencia a su lado. Nada más ni nada menos que el espíritu de su espada, que venía a darle la tabarra. Esta vez, venía vestida como todos los que estaban allí, con el traje de shinigami y la capa de Taicho. Se acercó a su portador y le susurró algo.

-Esto... Y felicidades de parte de Dama del Crepúsculo.

Escuché las felicitaciones de Akio sin mucho interés. Aunque él sí sabía lo mucho que había trabajado, había escuchado demasiado de aquel discursito de congratulaciones por mi ascenso.

- ¿Y qué tal por Hueco Mundo? - pregunté. - Ah, espera... Alto secreto... Esas cosas no deberían existir entre nosotros, ¿eh, jefe? Bueno, la burocracia también la podían mandar a freír espárragos. Estoy esperando a tener un Teniente decente para encargarle todo el trabajo a él...

Akio no pudo menos que soltar una carcajada al escuchar a Rido.

-Los tenientes suelen buscar a Capitanes aceptables, no unos desastres como nosotros. Ninguno de los tres tenemos ninguno aún, asi que bienvenido al club.

Miró al Comandante para pedirle permiso para contarle lo de su misión. Este entendió y se encogió de hombros. Después de todo, Rido era un Capitán, y tenía derecho a enterarse de lo que pasó.

-Y por lo de Hueco Mundo... Es algo complicado. Hace unas semanas un traidor robó un par de rollos de la 12. Eran alto secreto, asi que me mandaron detrás a rastrearlo. Como sabrás, es una de mis especialidades. Asi que me fui tras el y, cual fue mi sorpresa, el tío, en el mundo humano, se encontró con un arrancar y le abrío una garganta. Así que tuve que volver a casita a que me abrieran la puerta a Hueco Mundo. Allí me tuve que hacer pasar por un Arrancar para encontrar al tio (no te imaginas la que se montó cuando me vieron entrar con la capa allí). Los encontré en una torre. Allí tuve suerte, porque llegan a entrar en las Noches y me da algo. Logré entrar y guindar los rollos esos. Le pegué una paliza de paso al traidor y a un arrancar y logré largarme, aunque me soltaron una bomba... y entonces llegué aquí. - Se giró hacia Ryuukaze.- ¿Con esto me libro de hacer el informe?

-No.

-Jo. Bueno, da igual. Ahora ¿Que cotilleos teneis que contarme por aquí?

Una saya bastante pesada fué la que golpeó a la botella de sake desde la boquilla que sostenía el recién llegado, haciendo que esta resbalace de su mano y luego fuera capturado por la mano del comandante, que miraba hacia el horizonte con su cara triste y resentida, y que luego de dar un par de sorbos rápidos al líquido en el interior del frasco, abre la boca para hablar.

-Si esto es veneno y no me ha matado todavía, tendré que probar con el cianuro a ver qué tal...-son las palabras que salen de sus labios. Ya de por si por su rostro se podía sacar a deducir que no se conseguía nada bien, y lo confirmaba aquella oración. La saya regresa una vez más hacia el cinto al costado del shinigami, que luego de esto toma con ambas manos la botellita, mientras suelta un largo suspiro.

El Capitán de la Octava División se rió a carcajadas cuando escuchó mi comentario acerca de la necesidad de tener un Teniente para librarme de la burocracia. Parecía que él compartía mi preocupación, pero no se la tomaba en serio. Pero bueno, él era abstemio y a la vez Capitán de la División con más fama de alcohólicos de todo el Sereitei, yo tampoco podía tomármelo a él en serio.

Miró al General y comentó a explicar lo que había pasado. Mientras escuchaba la explicación de Akio sobre la misión que había llevado a cabo, me senté en el tejado y volví a oler la boca de la botellita de sake para confirmar que seguía siendo el mismo brebaje venenoso de siempre. Donde estuviera un buen vaso de whisky...

Entonces, una saya golpeó la botella y esta volvió a las manos de su legítimo propietario, que parecía, por su expresión, estar en un funeral, cuando no en el suyo propio. Bebió un poco de la botella y luego otro poco más, ante la mirada entre extrañada y compasiva de Akio, antes de hablar.

- Si esto es veneno y no me ha matado todavía - dijo al fin - tendré que probar con el cianuro a ver qué tal...

Me quedé mirándolo mientras daba una larga calada al cigarrillo. Lo apagué contra las tejas y tiré la colilla hacia atrás antes de ponerme en pie.

- Parece que se acerca una tormenta - murmuré, mirando hacia el cielo despejado. - Se ven nubarrones negros. Tú, - me giré hacia Akio - voy a casa a ver a Kyo. Si quieres venir... trae whisky.

Bajé al jardín de un salto y salí del Cuartel de la Primera División dejando atrás los problemas del General. Ni me interesaban ni pintaba nada en medio de aquello... Ya me llegaba con los míos propios como para preocuparme de los de otros.

Akio le puso la mano en el hombro a Ryuukace, aunque lo que realmente tenía eran ganas de darle un capón.

-Ryu.- Siempre lo llamaba así cuando estaban hablando en confianza.- Me parece que necesitas un consejo. No le des vueltas a aquello que no puedes controlar. No sirve para nada más que para amargarte la vida. Atízale a algún saco de tierra o entrenate con algún pobre soldado raso. Lo que sea, pero no le des vueltas al asunto.- Akio se levantó mientras veia irse a Rido.- Y ahora, con tu permiso, me voy a marchar. Tengo ganas de ver a Kyo. Talogo.

Akio dió un salto para alcanzar a Rido mientras refunfuñaba. ¿Esque no conocía a nadie que mantuviera un poco de normalidad y estabilidad en su vida? Ayame estaba quejándose siempre de su minusvalía, Ryuukaze tenía unos problemas amorosos terribles y Rido... De el era mejor no hablar. Lo suyo era demasiado complicado. Parecía que solo su hermanita, a pesar de ser muda, tenía una vida sin problemas trascendentales.

-Rido... Si quieres whisky te vas a la 8 y elijes, que es gratis. Y yo no pienso llevar nada. Si tantas ganas tienes de vicio,llamas a algún shinigami raso y que vaya a buscar el alcohol, que para eso están.