[D7O] Retiro espiritual

- ¡Estoy en casa!

Como siempre, nadie respondió a mi saludo.

- ¡También viene el petardo de Akio!

El resultado fue el mismo. Kyo se había mudado, sí, a la vieja mansión que había levantado mi tatarabuelo Kumaru, el que le había dado nombre a mi padre, y en la que habían vivido todos los Akano hasta... aquello. Kyo era el hijo adoptivo de mi abuelo, mi tío, así que aunque no llevara mi misma sangre tenía derecho a heredar la mansión. La cuestión es que pasaba casi más tiempo fuera que dentro. Pero al fin y al cabo le daba uso.

- Siempre armando escándalo - me reprochó Akio.

- Siempre tratando de quedar bien... Que se joda y sufra un poco - repliqué mientras salía al porche. - Veamos...

- ¿Qué buscas?

- No trajiste whisky, ¿verdad? - le miré fijamente, echándoselo en cara. - Pues estoy tratando de ponerle remedio.

- Si buscas la reserva de Irah ya no está ahí - irrumpió una nueva voz.

De entre los árboles limítrofes del bosque había aparecido la figura de mi tío. Parecía que por él no pasaran los años. Aparentaba mi misma edad, aunque la diferencia real era de más de un siglo. Sus ojos violáceos destacaban sobre su rostro y llevaba el pelo largo como, según decía, solía hacerlo mi abuelo. A diferencia de él, su hijo adoptivo lo llevaba recogido en una coleta.

- ¿Que has hecho qué?

- La he cambiado de sitio. Para otro más... accesible.

Akio tosió para ocultar la risa. Como siempre, Kyo iba un paso por delante de Rido en sus intentos de hacerle la puñeta. Era algo de toda la vida, ya que cuando Rido intentaba hacerle alguna de las suyas a su tío, este le salía con otra.

El capitán de la 8 esbozó una sonrisa al ver a su compañero de promoción llevar las riendas de la situación, como siempre.

-Se te ve raro sin la capa.-La mirada escrutadora de Akio atravesó a Kyo.- Pero me alegro de volver a verte.

El muy cabrón de Akio debió creer que lo ocultaría haciendo que tosía, pero yo sabía perfectamente que se estaba riendo de mí a carcajada limpia por culpa de la ocurrencia de Kyo. Lo atravesé con la mirada, pero él no me hizo el menor caso. Estaba pendiente de mi tío, con una media sonrisa en la boca, medio embobado.

- Se te ve raro sin la capa - le dijo al fin. - Pero me alegro de volver a verte.

Mi antecesor en el cargo paseó su vista alternativamente de mí a Kyo y de Kyo hacia mí varias veces, hasta que comenzó a caminar hasta el interior de la casa, parándose junto a la puerta que daba entrada al gran salón.

- A vosotros dos se os ve raros con ella... cosas de la vida - respondió, abriendo una pequeña trampilla que había junto a la entrada. - Ya no tienes que ocultarlo, tus padres ya no están.

- Sé perfectamente quién está y quién no está - le contesté, serio, mientras cogía al vuelo la botella que me lanzaba. - ¿Queréis?

- Yo casi que voy a pasar... - rechazó Akio, como siempre.

- Yo... también - dijo Kyo, mientras cogía otra botella en el armarito. - Por cierto, habéis llegado en el momento oportuno.

- ¿Te vas a suicidar? ¿Vas a madurar en este preciso instante?

- Rido... - me medio-regañó el Capitán Abstemio.

Mi tío pasó de mi provocación y simplemente regresó hasta el patio y silbó con fuerza. Un enorme lobo de pelaje oscuro como la noche asomó entre los árboles. Su cabeza estaba adornadas con pinturas tribales rojas y azules, del color de sus ojos, y otra pintura que simulaba especie de punta de flecha amarilla. Sobre el cuello llevaba un enorme collar con púas que parecían verdaderas espadas. No había duda. Era como volver a ver un fantasma del pasado.

- No me jodas que es ella - balbuceé.

No hizo falta que Kyo respondiera. A pocos metros del gran Kuro, apareció ella. Parecía un poco más mayor de lo que la recordaba, aunque seguía conservando su sonrisa pícara por debajo de todas las cicatrices que poblaban su figura y que hacían su rostro aún mucho más temible de lo que sería poseyendo simplemente aquellos dos colmillos que sobresalían sobre su labio inferior. Aquella figura inspiraría temor a cualquiera, no en vano era la reina de los lobos.

Junto a ella caminaba su sobrino, Ludwig. Había sido compañero de Kyo y Akio durante la Academia, pero había abandonado el Sereitei justo después de la última guerra. Ahora vivía en sus Montañas del Aullido, de donde era originario su clan, y hacía las veces de lugarteniente de su tía y heredero del clan.

- ¿Te he dicho alguna vez que cada vez te pareces más a tu abuelo, Junior?

- Vete a la mierda, tía Gaby - contesté, antes de saludarla con un fuerte abrazo. - ¿Qué os trae por aquí?

- Pues queríamos ver a todo un Capitán Akano... - saludó Ludwig.

- Alguien se aproxima desde el Anillo Exterior Norte - interrumpió Kyo. - Han venido por ayuda.

Ludwig... Vaya por Dios. Hacía mucho que no le veía. Tampoco es que le conociera mucho, pero alguna vez habían hablado cuando estaban en la misma clase. No llego a llevarse también como con Kyo u algún otro, pero se trataban, asi que levantó la mano para saludarle.

De todas formas, lo sorprendente era la aparición de Gaby. Eylinn le había llevado mas de una vez al la Mansión Akano, donde conoció a la chica. Aunque hacía la tira de tiempo que no sabía nada de ella.

Sonrió con el saludo de la loba a Rido, que no solía ponerse precisamente efusivo mas que en presencia de unos pocos, asi que prefirió mantenerse al margen.

-¿Que os trae por aquí?

-Pues queríamos ver a todo un Capitán Akano... Así era Ludwig. siempre por las ramas. Todo lo contrario de Kyo...

-Alguien se aproxima desde el Anillo Exterior Norte. Han venido por ayuda.

Pre...¿que? A Akio le temblaron las rodillas. Esa noticia podría ser peor para la salud que meterse en mitad de Las Noches a pecho descubierto.

-Será mejor que te expliques mas claramente ¿de acuerdo? Porque si es lo que creo que es... me parece que el paseo por Hueco Mundo va a ser una caminata por el jardín comparada con esto.

El primero en reaccionar a la abrumadora noticia fue Akio. Asutado, como no podía ser de otra forma, pidió más aclaraciones a los recién llegados. Un ataque desde el norte traía muy malos recuerdos a los de su generación. Allí había empezado la última gran guerra.

- Creemos que han vuelto - dijo la líder de los lobos. -

- ¿Nadie ha vuelto? ¡Pero si Nakatoni está muerto! - protesté. - ¡La profecía ya se cumplió! ¿Qué buscan ahora?

- Lo de siempre - sentenció Gaby. - Dar mucho el coñazo... Ni tu tatarabuelo ni tu abuelo nunca entendieron al 100% lo que pretendía Nadie...

- ¿Insinúas que el maestro Akano estaba equivocado? - preguntó Akio.

- No insinúo nada... pero podría ser, ¿no?

- Si se mueven tan abiertamente... será más sencillo pararles - sentencié.

- O no... La única vez que lo hicieron acabamos en la guerra más grande que recuerdan los libros después de la Primera Guerra de las Almas - alegó mi tío.

- ¿Qué hacemos entonces? - se interesó Akio.

- Por lo de pronto alertar al Sereitei... - propuse. - Espero que no nos tomen por locos. Un placer volver a verte. Como siempre, tía.

El capitán de la 8 se llevó las manos a la cabeza. ¿Esos de vuelta? Vale, iba a montarse un pollo gordo como mínimo. Como máximo otra gran guerra.

-Vale... Kyo, como tu tienes mejor prestancia, ponte ropa de etiqueta. Vamos a la Cámara ahora mismo.-Akio se giró hacia Gaby y su antiguo compañero.-¿Vosotros os venis?

Gaby negó con la cabeza y Ludwig ni se movio. Leal a su jefa, después de todo.

-¿Porque yo? Ya no estoy en activo. Deberías exponerlo tu, Akio.

-Ju. Tu fama es increible. La mayor parte de la Cámara creería que algo blanco es rosa si tu se lo dices. Y aunque yo también tengo mis apoyos, los discursos nunca se me han dado bién.

-Ya... Y yo voy y me lo creo.- Rido estaba tan escéptico como siempre.

-Creeme, se de lo que hablo. Yo me las puedo apañar, pero este tío es un maestro. Asi que arreando.